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SOCIAL

Toda esta situación también es impulsada y agravada como consecuencia el contexto social del sector 6, marcado por el clasismo, por la falta de comunidad y por el aislamiento con el resto de la sociedad. La situación social en el sector 6 viene condicionada por la separación entre los habitantes ajenos al mundo de la droga y aquellos que participan del mercado existiendo plena desconexión entre ellos.

Dentro del propio mercado de la droga existe una desigualdad social abismal entre los ricos y poderosos vendedores de droga, de etnia gitana, y los más de 180 drogodependientes que viven allí de forma permanente. Sus relaciones llegan a tal punto de dependencia que se crea la figura de los machacas, adictos que viven en un régimen de semi-esclavitud por conseguir su dosis diaria; a ello se unen los abusos a la mujer. Esta circunstancia extrema deriva en la creación de un microcosmos que produce el aislacionismo del resto de la sociedad, por el que también se ven afectados los habitantes ajenos al mundo de la droga. Quedan así condenados a su marginalidad.

“A las normas compartidas por toda la sociedad, ellos tienen una subcultura que no tiene que ver nada con lo que es el funcionamiento fuera de esa zona. Tienen una serie de pautas sociales que son atípicas: disfuncionales, pero toleradas por el resto del sistema”,

Fidel Rodríguez, sociólogo y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria

Más allá de acabar con el mercado de la droga, para solucionar los problemas sociales o, al menos, reducirlos serían necesarias medidas políticas y un proyecto educativo muy profundo. Puede colaborar para ello la creación de nuevos centros para actividades comunitarias, además de la reconstrucción de la parroquia Santo Domingo de la Calzada. Cabe también reforzar las actividades que ya se llevan a cabo y aumentar el número de voluntariados que permitan al resto de la ciudadanía limar sus prejuicios acercándose a la propia realidad. 

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